Se canso de preguntar al mundo ¿cómo estaba? queriendo hacer bien, si todos en un canto al unísono responden con desgano y vacio: bien. 

Es evidente, lo distinto, la sombra oscura que se cierne en sus vidas, por lo menos él lo puede ver más allá de lo que pueda o no hacer, más se hunden lentamente en silencio sin que nadie los pueda oír. Y aún él está ahí extendiendo por última vez su mano olvidando el llanto sumergido.

Ceso de construir obras para otros, imágenes, canciones que el velo implacable de un corazón ciego no permitió ver más allá de tiempos, errores muertos. Las intenciones no existieron, ni el amor ni los gestos durante edades acumuladas; todo murió en instantes, pero no para él ni su recuerdo

Sigue ahí, tendido en el piso mascullando su vida, llorando sus derrotas. Continua en la espera eterna planificada hasta que el moho cubra su mirada de magnifico perdedor. Ya no juega a poner sonrisa en sus caras.