Cuando llegue ya estaba ahí, sentado y abstraído con la vista fija e imperturbable. No podría decir en que pensaba o que hacia, por que nada me lo indicaba. O quizás si, por que sostenía en su mano un reloj y su mirada giraba entorno a sus manecillas. Luego de unos minutos (largos minutos debo aclarar) cualquiera hubiera dicho que era un loco, uno de esos inofensivos que no dañan nadie mas que su propio entorno, pero no, no me lo pareció.
Mientras el humo del último cigarro no acababa de esfumarse por entre mis dedos pude notar una pequeña alteración en la singular rutina de aquel extraño. Miro su reloj y alzo la vista unos segundos atisbando a lontananza, y luego se hundió en si mismo una vez más. No tardo más de 9 segundos en ello, puedo saberlo por que instintivamente hice lo mismo tratando de ver lo que el no vió. Ilógico, si lo pienso, no sabia que debía de ver. Y no fue solo una vez, desde que lo vi, lo hizo una par de veces más cada una hora con inglesa exactitud. Por eso miraba la hora, de seguro algo debía de aparecer.

Los que me conocen, pueden asegurarlo: soy un curioso. Dos segundo me tomo idear una forma de acercarme; me pare junto a él para cruzar la calle, o cualquier otro motivo que me excusara de estar ahí, innecesario si lo medito mas tiempo, era un extraño que poco le importaba lo que hiciera yo. Como sea, fui hasta donde estaba y mire de reojo su reloj. Y aunque en un primer momento me impresionó, luego esa impresión desapareció. Tenía el reloj trizado, con su cristal hecho pequeños fragmentos unidos por sus propias astillas, y para mi asombro, inmóvil, con sus agujas quietas. ¿Cómo podía calcular la hora? ¿? ...En fin, y si bien mi zapato indicaba que cruzaría la calle en cualquier minuto, mi cuerpo se giro, y en un pestañeo volví a mi posición anterior.

Que estuviese roto explicaba el porque de estar tan ensimismado, de seguro se lo quebraron, un accidente, un intento de robo, quizá una caída. Además debió ser importante, un regalo de su novia o sus padres. Quizá su primer objeto de valor, incluso un regalo importante que querría dar…Quien sabe?, solo una forma de enterarme.

De frases tontas esta escrita la vida, pero no por eso dejamos de hacerla. Y la mía no escapa a esa regla: - ¿Me puedes decir la hora? – y al no recibir respuesta insistí, pero el silencio me dio en la cara como una brisa.

Luego y sin mirarme habló: – No puedo hacer eso mi reloj esta roto, yo mismo lo he roto. ¿Te preguntarás por qué?, bueno, porque es la única forma de detener el tiempo, y ahora es lo único que quiero.