De quien es el recuerdo de una herida, de quien osa provocarla y se hunde en la desdicha de una infamia o de quien resulta herido y guarda la marca como el sello de un error.


De quien es el silencio entre dos vidas, de quien calla enmudecido en circunstancias palpitantes o de quien rechaza oír sonidos colmados de verdad.


De quien es la distancia que separa los mundos, de quien cuenta en metros uno a unos sus pasos hacia el horizonte o de quien la recuerda en el día a día ensalzándola en la razón.


De quien son las lágrimas derramadas en sollozos, de quien las alimenta en pensamientos de dolor mientras se escurren por su cara o de quien las provoca e intenta secarlas pidiendo perdón. 
De quien es el brillo de una sonrisa, de quien la provoca con su simple presencia en un gesto de felicidad o de quien la ofrece a una mirada furtiva de complicidad. 




De quien es el placer de un beso, quien lo entrega clandestino en el fragor de un instante o quien lo recibe y lo vive eternamente atesorando una vez más.


De quien son los suspiros que entrecortan una respiración, de quien los vive en cada momento satisfecho con una sonrisa o de quien los incita con sucesos de pasión.


De quien es un sueño fundado en la ilusión, de quien lo vive y se sustenta de el o de quien es envuelto entre la fantasía y la realidad de un mundo lejano.


De quien es este insulso texto que abandono ahora, de quien lo inspira en una ajena realidad libre de fronteras o de quien lo recibe como letras erguidas en un instante de verdad.


Aquien le pertenezca, sabe que se lo dedico.