Nunca calles que la amas, que la quieres, que la sueñas, que la extrañas; si así sientes. Nunca lo calles, por más veces que ese sonido salga de tus labios gastados de tanto amar, y cada palabra se vuelva el eco de otros momentos.

Deja que tu sonrisa hable por ti más allá del destello que irradia. Que tus ojos desdibujen el silencio que surcan sus mundos; porque negarse a ello es caer en la amargura y la ceguera de un pozo saciado del egoísmo del desamor.
La primera impresión es siempre la correcta, pero la primera palabra por lo general esta errada.
Nunca cometas el error de usar palabras afiladas, porque son como cuchillos manejados por pasiones en descontrol. Nunca cometas ese error, su herida puede que no alcance a vaciar de vida el amor, pero sangrará por siempre, y en cada gota se irá una ilusión.
No te culpes si aprietas el gatillo de tus emociones, y el tiro estalla en frente de ti, disparar no está prohibido, salvo cuando apuntas sin sentido. Llora, grita, siente; que el derecho es tuyo y te sientes vivo. Solo vaciando el alma puedes volver a llenarla.
Calla si tus expresiones aún tienen la temperatura de momentos anudados de ira explosión, tibias del calor de ideas enfrentadas. Calla si el silencio es mejor intérprete del idioma que profesas, que la lengua del amor se habla con el corazón.
Y si la cascada de emociones desciendes de tus ojos sin control, no intentes contenerla, te inundarás de ella y entre su corriente te hundirás ahogándote en lo profundo. Llévate por sus aguas, que no hay rio que no desemboque en el mar ni pena que no se sacie.
Ama sin importar las respuestas, ellas tocaran tu puerta o entraran si esta está abierta, solo aprende a no perderlas de vista, pues son escasas y escurridizas, y te puedes perder entre sus risas. Ama sin razón, sin medida, sin muerte; puesto que solo el que ama conoce esa suerte. Y aun cuando su amor  se te hace imposible, ama, que para el amor todo es posible.